LA ANSIEDAD Y EL ESTRÉS POSVACACIONAL EN NUESTROS PERROS
Estos días de vacaciones están siendo para todos los miembros de la familia, fantásticos y divertidos. Días en los que nos pasamos muchas más horas todos juntos, aprovechando para hacer actividades que no podemos realizar en el día a día. Por ello nuestros perros son los primeros que se favorecen de esta situación ya que están más acompañados y atendidos.
Desgraciadamente, debido a nuestras rutinas laborales, la mayoría de los perros se pasan una medía de 9 horas solos en casa. Y a nuestra llegada debemos preparar cenas, limpiar, etc. con lo que al final nos queda muy poco rato de dedicación exclusiva para ellos. Por supuesto sus ratitos de paseo y mimos diarios los deberíamos tener, pero de eso hablaremos otro día.
Todos nos acostumbramos a lo bueno rápido, entonces ¿porqué no ellos? Nuestros perretes, más que nadie, notan los cambios. La falta de distracción y el fuerte vínculo con nosotros hace que nos observen y conozcan a la perfección, dando paso a una conexión emocional muy fuerte con los guías. Eso hace que nuestros perros sean mucho más vulnerables a los cambios de rutina y que estos días después de vacaciones sean especialmente delicados. Esto es un problema, ya que las rutinas generan estabilidad emocional en nuestros perros, haciendo que estén más tranquilos y se sientan más seguros y relajados como para mantenerse en estado de calma, sin estrés o ansiedad de ningún tipo.
Muchos cambios en poco tiempo pueden afectar a la salud física y mental del perro.
El hecho de volver a permanecer tantas horas solos y menos atendidos después de unos días maravillosos, genera una sensación de angustia importante a nuestros perros. Este estado emocional es lo que conocemos como síndrome posvacacional, y puede afectar y variar mucho la actitud de nuestros perros al dejarlos solos de nuevo.
Cada uno de ellos lo vivirá de manera diferente, pero hay factores comunes que podrían desencadenarse: ladridos o aullar en nuestra ausencia (con distintas intensidades según el perro), mala conducta higiénica (micciones o cacas), conducta destructiva, menos ganas de jugar, falta de apetito, etc. Esto puede hacer que la vuelta a la rutina sea para todos un infierno y que genere mucha ansiedad y estrés.
Estas conductas no suelen disminuir por sí solas, aunque sí que es cierto que muchos de nuestros perros pueden volver a acostumbrarse ellos mismos con la rutina. Nosotros, como guías responsables, podemos ayudarles a acelerar el proceso, y como siempre decimos, si se puede solucionar de forma más rápida y amable… ¿porqué no?
Una de las cosas que podemos hacer por nuestros perros es mantener durante las vacaciones alguna rutina, aunque sea algunos días, de paseo, comidas, etc. para que nos ayude posteriormente en la adaptación. Aunque si no puede ser no os agobiéis.
Es esencial que, si vemos que nuestro perro está sufriendo ansiedad o estrés posvacacional, nos tomemos el tema con calma. La ansiedad por separación es equiparable a una depresión y no entiende de prisas. Cada perro tiene sus tiempos y lo que es importante es que seamos pacientes y muy constantes.
Uno de los consejos es que os esforcéis y seáis un poco imaginativos. Cuando les dejéis en casa haced algo bueno para ellos, que les compense, para poder contrarrestar esa ansiedad que les provoca nuestra marcha. Tened en cuenta que no es cosa de un día, debéis generar una buena rutina con cosas positivas que no radiquen en vuestra presencia.
Algo que puede ayudar mucho a conocer en qué punto se encuentra nuestro perro, es grabar con una cámara. De este modo podremos tener una visión objetiva de la situación emocional de nuestro perro, en la que se nos muestre el grado de ansiedad que pueda tener y así también poder valorar el progreso de nuestras acciones.
Si nuestro trabajo nos lo permitiera, sería recomendable hacer el aumento de horas fuera de casa de forma paulatina. Pasar de estar juntos la mayor parte del día, a estar unas 9 horas solos y menos atendidos sin explicación alguna, les puede resultar muy duro.
Hay que tener en cuenta que venimos de unos días de más dedicación, por lo que es importante que les dediquemos, en especial los días de transición, tiempo de calidad, buenos paseos, juego, mimos, etc.
El juego también es una buena herramienta para combatir el síndrome posvacacional mientras ejercitamos su inteligencia.
El ejercicio mental es tan importante como el ejercicio físico para mantener la salud general del perro. Podemos incorporar ejercicios de olfato o ratitos de juego con nosotros. A través de mordedores o juegos interactivos ayudaremos a la estimulación en términos generales, a la creación de una rutina diaria para reforzar el vínculo con ellos y a mantener su mente ocupada.
Es normal que el perro tarde unos días o incluso un periodo de tiempo en aceptar la nueva rutina, no hay que alarmarse. Poco a poco se irá adaptando. Si después de un periodo largo esto no mejora, sería recomendable consultar con un profesional.
¡Un saludo y hasta la próxima!